La calefacción central ha sido durante décadas un sistema muy habitual: una única caldera compartida por la comunidad de vecinos, haciéndose cargo cada uno de ellos tanto de su mantenimiento como del porcentaje de la factura eléctrica equivalente a su piso.
Sin embargo, pueden aparecer diversos problemas. Los pisos inferiores suelen tener temperaturas mucho más altas que los superiores con lo que resulta complicado fijar una temperatura en la que se logre confort térmico en cada uno de las viviendas del edificio.
Este sistema lleva a los propietarios a asumir gastos de calefacción fijos, independientemente de que la vivienda esté habitada o no, o de que sus habitantes hagan un uso intenso de ella o por el contrario sólo la ocupen por las noches. Está claro que en todo consumo no adaptado a las necesidades reales de calefacción se produce un despilfarro energético innecesario.
La UE emitió una directiva, la 2012/27/UE, que anima a las comunidades de vecinos a instalar contadores individualizados de calefacción que repartan el consumo de calefacción basándose en lecturas individuales.
La posibilidad de programar la calefacción individual en función de las horas reales en las que se está en el hogar, el número de personas que habitan en él y ciertas necesidades especiales hace que los sistemas individualizados de calefacción sean más respetuosos tanto con el medio ambiente como con el bolsillo del consumidor. Confort y eficiencia, con la mejor relación calidad-precio.